11 Consejos para Hablar de Dios Con Tus Amigos

Muchas veces, cuando no estamos en un ambiente cristiano, podemos encontrarnos atrapados entre la espada y la pared en términos de compartir o defender nuestra fe.

Muchas de nuestras justificaciones y argumentos con respecto a la evangelización y la apologética son teológicos, filosóficos o, en el mejor de los casos, basados en algo que le sucedió a otra persona.

Dado que siempre tenemos la intención de proporcionarle herramientas con las que practicar su fe todos los días sin sentirse avergonzado, y sin convertirse en parte de la WAUC (Agencia Mundial de Católicos Encubiertos), o golpear a todos en la cabeza con la Biblia, deseamos presentar 11 ideas que puede usar cuando habla de Dios a otros, especialmente con aquellos amigos que tienen poca o ninguna fe.

Traducir las enseñanzas de la Iglesia en términos fáciles de entender

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Un evangelista (uno que predica el Evangelio) es un traductor. Jesús explica los grandes misterios de la fe usando ideas simples comunicadas a través de parábolas. La Iglesia nos enseña cosas grandes y maravillosas que a veces requieren que tengamos un doctorado en Filosofía para poder explicarlas.

Primero, tómese el tiempo para estudiarlas usted mismo y luego ponga las enseñanzas en palabras simples para que sus amigos puedan comenzar a entender.

No hay oposición entre fe y humor

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Como Santa Teresa de Ávila, exasperada por los senderos de la vida, dijo a Dios: “Si así es como tratas a tus amigos, no es de extrañar que tengas tan pocos”. La fe no tiene por qué ser algo demasiado serio y formidable.

¡Dios tiene sentido del humor! El humor es capaz de poner de rodillas al corazón más duro y obstinado. A veces, una buena broma o una buena risa pueden ser un punto de ruptura en una conversación en la que la otra persona siente que entiendes lo que está pasando.

El abc de tu Testimonio Personal

friends3Obviamente, declarar que Dios existe porque lo sientes en tu corazón te hará parecer bastante tonto. Sin embargo, debemos reconocer esto: Dios ha hecho algo en tu vida y relacionar esa experiencia con los demás es irrefutable.

Cuando usted da su testimonio, trate de hacer lo siguiente: A. Anuncie con alegría, B. Sea breve, C. Confiese su creencia en Cristo (¡manténgalo en el centro!). No hay nada más poco convincente que una historia larga, aburrida y egocéntrica. Reflexiona y pon en orden tu testimonio personal.

Reconocer las “semillas de Dios”

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Dios es omnipresente y está en todas las realidades humanas, por lo tanto, Su verdad también está allí, en el no creyente con el que estás hablando. Busquen las semillas de Dios contenidas en toda la incredulidad y hostilidad escondida en ese corazón lleno de argumentos racionales y lógicos.

Nunca separes la Moral del Amor

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Una gran parte de los que no son creyentes son no creyentes simplemente porque la vara de medir moral es tan alta que se sienten incapaces o no dispuestos a vivir de esta manera y a aspirar a este estilo de vida. Recuérdales que Dios los ama, tal como son ahora.

Que no quiere nada más que que descubran su amor. Sin embargo, el amor de Dios es poderoso. Se transforma. Por lo tanto, al encontrar a Dios, nuestras vidas deben cambiar necesariamente y debemos aprender a vivir y amar como él nos enseña. El amor de Dios, sin embargo, también es paciente. Sabe que las cosas llevan tiempo y está más que dispuesto a acompañarnos en cada paso del camino.

No intente ganar argumentos

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Habla sin intentar simplemente ganar la discusión o demostrar que eres mejor que la otra persona. No es un concurso y no eres mejor. Ver las cosas desde el punto de vista del amor; empatizar con la persona y con su historia.

Nunca permitas que se convierta en un debate: ¡Los debates tienden a acentuar nuestras diferencias y no lo que compartimos en común! Hasta la fecha, creo que nadie, después de un debate, ha dicho: “Está bien, tú ganas y yo estoy de tu lado, ahora creo”.

No evites el problema, ellos saben que tienes fe

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Es como ir a una fiesta. No puedes sentarte en una esquina y mirar en silencio. A los no creyentes, especialmente a aquellos que son explícitamente ateos, les gusta hablar de Dios con aquellos que son abiertamente creyentes.

Enfréntate a esto y prepárate; no te preocupes demasiado. Evitar el tema porque tienes demasiado miedo de ofender puede, a veces, ser más molesto que cualquier otra cosa. Recuerda que tu fe es un regalo, algo por lo que estar agradecido y compartir.

Que toda tu vida hable de Dios

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El argumento más convincente es tu verdadera convicción, convencida a tal punto que cada día tratas de vivir lo que crees (sabemos que intentar no siempre significa lograr, pero sí implica un esfuerzo sincero por ser coherente y sincero).

Habla desde tu corazón

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Somos frágiles. Hablar desde nuestras propias experiencias de fragilidad y duda puede ser algo enormemente apreciado. De hecho, muchas veces esa experiencia de duda es uno de los mejores puntos de partida porque crea un terreno común (¡todos experimentamos la duda!).

Evita actuar como si tuvieras súper poderes y súper conocimiento: Dios no es un enigma que resuelve todo de acuerdo con nuestra lógica humana. Él es un misterio en el que entramos. Él es más grande que todos nosotros y muchas veces nos llama a experimentar mucha incertidumbre (de lo contrario, no habría lugar para la confianza).

Buscar el bienestar de los demás

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No queremos explicar la existencia de Dios para incluir a un nuevo miembro en nuestro grupo y formar un grupo más grande para nuestra próxima peregrinación. Dios es un regalo que deseamos compartir y eso es lo que la persona frente a nosotros debe sentir, en lugar de sentir que le estás alimentando con algo desagradable que debe masticar a regañadientes por su propio bien, como hacemos con los niños pequeños.

El cristianismo es mucho más que una especie de partido político con su propia ideología, se trata de relaciones vivas entre Dios y su Iglesia.

Usted y él/ella tienen algo en común: ambos son libres de creer lo que deseen

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La creencia es una elección libre. La experiencia de la fe es una experiencia que fluye libremente en la que recibimos y damos libremente. El no creyente también elige libremente y usted debe respetar esto, incluso cuando esta elección no siempre los llevará a tomar buenas decisiones.

Debemos amar a la persona aunque sus elecciones no siempre sean fáciles de amar. La evangelización es siempre amor.

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