Los derechos humanos y la ética en la Salud Pública

AVANZANDO

En un mundo en el que el hambre, la pobreza y la degradación del medio ambiente son demasiado evidentes, no sería realista exigir remedios gubernamentales basados únicamente en sus compromisos internacionales en materia de derechos humanos, pero estos compromisos proporcionan un marco útil para dar forma a las leyes y políticas nacionales, proporcionan una herramienta útil para garantizar la rendición de cuentas y señalan enfoques útiles para promover la salud pública. Hay mucho que los gobiernos deben y pueden hacer.

Una agenda de 5 puntos describe cómo el sector de la salud puede promover la salud de la población.6 El primer tema del programa es institucionalizar la aplicación sistemática y rutinaria de las perspectivas de derechos humanos a todas las actividades del sector de la salud. En muchas sociedades, si no en todas, los pobres o marginados se benefician muy poco de las iniciativas de salud pública. Se requieren esfuerzos continuos para reducir las desigualdades sociales en materia de salud, en particular en la recepción de atención de la salud, la financiación de los servicios de salud y la asignación de recursos para la atención de la salud. Estos esfuerzos deben incluir una infraestructura y un personal de salud adecuados, en particular donde los niveles de pobreza son más altos, y políticas o prácticas para eliminar la discriminación por motivos de género, raza, etnia y otras formas de discriminación, ya que pueden afectar el acceso a los servicios y su utilización.

El segundo objetivo de esta agenda es fortalecer y ampliar las funciones de salud pública para crear las condiciones básicas necesarias para lograr la salud y el bienestar. Las contribuciones del sector de la salud a estos esfuerzos incluyen el establecimiento de programas de agua potable y saneamiento, seguridad de los alimentos y los medicamentos, control del tabaco y educación para la salud, así como la difusión de información y el establecimiento de normas para lugares de trabajo seguros, vivienda, transporte y condiciones ambientales. La adopción de medidas eficaces en estas esferas requiere la colaboración con sectores del gobierno que no están acostumbrados a trabajar en esferas relacionadas con la salud. Un beneficio añadido de la normativa de derechos humanos es que aclara las obligaciones de todos los sectores del gobierno de promover y proteger los derechos humanos y, al hacerlo, presta apoyo al sector de la salud para que trabaje con nuevos asociados.

La financiación equitativa de la atención de salud es el tercer punto de la agenda de salud pública basada en los derechos. Los principios de proporcionalidad para alcanzar el objetivo de derechos humanos de “alcanzar el más alto nivel posible de salud física y mental” exigen que las personas con menos recursos paguen lo menos, tanto en términos absolutos como en proporción a sus recursos totales. Este requisito también significa que la falta de recursos personales no debe impedir que una persona reciba servicios recomendados sobre la base de las normas vigentes y los conocimientos científicos. Sin embargo, el cumplimiento de este requisito es un desafío particular para las sociedades con una pesada carga de morbilidad, prioridades sanitarias y sociales que compiten entre sí y recursos limitados.

El cuarto punto exige la adopción de medidas para garantizar que los servicios de atención de la salud puedan prestarse de manera eficaz en respuesta a las principales causas de enfermedades prevenibles, en particular entre los pobres y desfavorecidos. Las instituciones de salud, independientemente de su financiación, deberán realizar esfuerzos sistemáticos y sostenidos para desarrollar la infraestructura a fin de prestar servicios equitativos. Estos esfuerzos incluyen identificar y reducir los obstáculos que impiden que los grupos desfavorecidos reciban todos los beneficios de las iniciativas de salud, obstáculos como la discriminación por motivos de idioma, raza/etnia, género y orientación sexual. Como primera prioridad, se debe hacer hincapié en el control de afecciones que en gran medida se pueden prevenir, como la mortalidad y morbilidad maternas, el VIH/SIDA y la tuberculosis. A pesar de la presión de los donantes financieros para obtener resultados inmediatos, las instituciones de salud deben contar con estrategias de salud pública que se centren en el largo plazo y aborden las causas subyacentes y comunes de las enfermedades, como la pobreza, la discriminación y el descuido de los derechos humanos.

El quinto punto de la agenda es monitorear, promover y tomar medidas para enfrentar las implicaciones de derechos humanos de las políticas de desarrollo en todos los sectores que afectan la salud. Basándose en la descripción de la Organización Mundial de la Salud de la salud como un estado de “bienestar físico, mental y social”7(p2), este punto de la agenda apoyaría al sector de la salud en el seguimiento de las acciones de los sectores público y privado que afectan a la salud (más allá de aquellas acciones con conexiones médicas obvias) e incluiría amplias preocupaciones de salud y desarrollo. No hay límites naturales claros para el alcance de los problemas de salud pública ni para la aplicación de los principios de derechos humanos para mejorar la salud pública, cuyo reconocimiento puede permitir un aumento de los esfuerzos por lograr progresos en materia de derechos humanos y salud pública.

La ética también proporciona una base para un amplio espectro de acciones y puede complementar las acciones que se originan desde la perspectiva de los derechos humanos, a pesar de que sus directrices e influencia en la atención de la salud son más un producto de la reflexión filosófica, las percepciones de los profesionales de la salud y las organizaciones de salud, los comentarios de los analistas académicos y las contribuciones de grupos de interés especial, por ejemplo, aquellos que se ocupan de trastornos específicos. Aunque existen varias directrices y códigos de conducta, de particular interés para los trabajadores de la salud pública será la revisión y reformulación de las Directrices Internacionales para el Examen Ético de los Estudios Epidemiológicos8,elaboradas en 1991 por el Consejo de Organizaciones Internacionales de Sociedades Médicas (CIOMS). En lugar de producir un documento separado para la investigación en salud pública, el CIOMS ha elaborado un draft9 que aparecerá como suplemento de las Directrices Éticas Internacionales del CIOMS para la Investigación Biomédica en Seres Humanos de 2002.

El proyecto de suplemento del CIOMS se centra en los distintos aspectos y desafíos de la epidemiología y se ocupa principalmente de los estudios que se centran en registros de salud personalmente identificables para los que no es factible pedir o dar el consentimiento de los individuos, los que utilizan muestras biológicas sobrantes o archivadas y los que podrían provocar desventajas y estigmatización grupales. La aplicación de estas directrices a la investigación en salud pública puede poner de relieve cuestiones no resueltas sobre los contrastes entre la investigación y la práctica en salud pública y el valor de imponer un modelo más médico a los investigadores de ciencias sociales. Se espera, sin embargo, que el uso de estas directrices amplíe la visión de la ética de la atención de la salud más allá de las ciencias médicas a las ciencias sociales, de manera que la investigación de los sistemas de salud, los estudios cualitativos y los estudios basados en la población sean aceptados y se generen estudios de salud pública dentro de la corriente principal de preocupaciones éticas en la atención de la salud.

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