Síndrome piriforme: Un dolor real en las nalgas
Sentarse durante horas, subir escaleras, bailar, caminar y correr se encuentran entre las actividades cotidianas que pueden agravar el síndrome piriforme, un trastorno en el que el músculo piriforme en las nalgas irrita el nervio ciático. Los síntomas incluyen dolor, hormigueo o entumecimiento en la parte posterior y en la pierna.
Aunque es relativamente común entre los corredores de maratón y otros atletas, solo se diagnostican alrededor de 200,000 casos cada año. Los investigadores dicen que el síndrome piriforme a menudo se pasa por alto en entornos clínicos porque puede disfrazarse de otras afecciones que tienen síntomas similares.
“Un tratamiento eficaz requiere la identificación del verdadero culpable musculoesquelético”, dice Clifford Stark, DO, director médico de Sports Medicine at Chelsea en la ciudad de Nueva York. “En una resonancia magnética, puedo ver una hernia de disco o un disco abultado, pero el examen físico me dice que el disco no está causando el problema.”
Según el Dr. Stark, la afección a menudo se diagnostica erróneamente como ciática o hernia de disco, en lugar de síndrome piriforme. El subdiagnóstico puede provenir de pacientes que simplemente viven con el dolor en lugar de buscar atención médica.
El piriforme desempeña un papel crucial
El músculo piriforme es un músculo plano en forma de banda ubicado en las nalgas cerca de la parte superior de la articulación de la cadera que se coloca junto al nervio ciático. Estabiliza el área de la cadera y es fundamental para el movimiento de la parte inferior del cuerpo.
“Si bien es posible que muchos pacientes no estén familiarizados con el piriforme, es un músculo importante para la biomecánica y la función”, dice el Dr. Stark. “Juega un papel crucial en la marcha y el equilibrio.”
El nervio ciático, donde a menudo se originan los dolores en la pierna o en la espalda, es un nervio largo y relativamente grueso en el cuerpo que pasa a lo largo o a través del músculo piriforme, antes de continuar por la parte posterior de la pierna y, finalmente, se ramifica en nervios más pequeños que terminan en los pies. Un piriforme sano puede proteger y mejorar la función ciática, mientras que la compresión o el espasmo del músculo piriforme puede causar un dolor insoportable cuando comprime e irrita el nervio ciático cercano.
“El músculo piriforme nos permite caminar y mantener el equilibrio”, dice el Dr. Stark. “Para uno de los músculos más centrales y conectados de nuestro cuerpo, recibe una atención limitada, lo que lleva a una falta de atención de mantenimiento que puede prevenir el dolor extenso.”
“El músculo piriforme nos permite caminar y mantener el equilibrio.”
– Dr. Clifford Stark, DO
Diagnosticar y tratar al culpable
Los tratamientos para el síndrome piriforme incluyen estiramientos, manipulación, medicamentos antiinflamatorios y, en casos raros, cirugía.
Si bien no hay una prueba definitiva para el síndrome piriforme, el diagnóstico implica una discusión de los síntomas y las actividades diarias del paciente. Para identificar la fuente del trastorno, un médico osteopático manipulará el cuerpo para provocar dolor en la región, lo que puede ayudar a determinar si se trata de un músculo piriforme contraído o sensible, una hernia de disco u otro problema.
“Muchos pacientes presentan hernia discal, pero eso no excluye el síndrome piriforme”, dice el Dr. Stark. “Se pueden requerir pruebas como un ultrasonido o una resonancia magnética para descartar otras causas de compresión del nervio ciático, como una hernia de disco, pero en la mayoría de los casos el tratamiento inicial es el mismo.”
Un médico puede sugerir un programa de ejercicios y estiramientos para llevar a cabo bajo el cuidado de un fisioterapeuta para ayudar a reducir la compresión del nervio ciático. Además, el tratamiento manipulador osteopático se ha utilizado para ayudar a aliviar el dolor y aumentar el rango de movimiento. El descanso, el hielo y el calor también pueden ayudar a aliviar los síntomas.
Algunos proveedores de atención médica pueden recomendar medicamentos antiinflamatorios, relajantes musculares o inyecciones con corticosteroides o anestésicos, aunque el Dr. Stark recomienda no usar este enfoque como primera línea de atención.
La cirugía es el último recurso.
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