Tres Maneras Poderosas de Comenzar Su Sermón
Eurípides dijo que un mal comienzo hace un mal final.
Eso es definitivamente cierto en los sermones. Al igual que el porche de una casa, su presentación debe dar la bienvenida a la gente al mensaje. Tus primeros cinco minutos son muy importantes. A menudo determinan si la gente escuchará el resto de los minutos.
Martyn Lloyd-Jones dijo: “Sentí que al predicar, lo primero que tenías que hacer era demostrar a la gente que lo que ibas a hacer era muy relevante y urgente.”
Aquí hay tres maneras poderosas de comenzar su sermón.
1. Cuenta la primera parte de la historia.
Cuando se trata de hacer una conexión emocional, las historias funcionan mejor que los puntos. Así que si quieres conectarte con la congregación en los primeros cinco minutos, cuenta una historia.
Pero aquí hay una pista: Solo cuenta la primera parte de una historia y guarda el final para más tarde.
Has visto esta técnica en películas y programas de televisión, y te ha atraído a una historia. Introduce una historia en los primeros cinco minutos, pero deja el final en el aire. Muévete a través de tu contenido y luego regresa a tu historia, conectándola con tu punto.
2. Comience con una declaración poderosa.
En lugar de bromear con el público, dar la bienvenida a todos o dar contexto, simplemente podría comenzar con una declaración poderosa.
Cuando esté de pie en la plataforma o en el púlpito, deje que unos segundos de silencio cuelguen en el aire. A continuación, haga su declaración de apertura con poder.
” Una vez que tengo un buen ángulo establecido por la introducción, vuelvo y elaboro una frase de apertura fuerte”, dice Chuck Swindoll.
Cree que esta declaración de apertura debe ser breve y memorable. Lo memoriza, y esta poderosa declaración comienza cada mensaje.
3. Decir, “al final de este mensaje, voy a pedirle a ______.”
Cuando le dices a la gente lo que vas a pedirles que hagan, es un poco impactante. La mayoría de la gente está acostumbrada a un predicador que construye un caso y guarda la petición hasta el final.
En su lugar, puedes decir directamente lo que vas a hacer en el mensaje y darles el paso de acción al principio.
Utilicé esta técnica una vez en un mensaje sobre el voluntariado. Mis palabras de apertura fueron algo como esto:
“Al final de este mensaje, les pediré a todos que llenen la tarjeta en su asiento. Y durante los próximos 30 minutos, voy a hacer todo lo que pueda para convencerte de que sirvas. Ahí es donde vamos y eso es lo que voy a pedirte que hagas.”
La gente no esperaba un enfoque directo, pero funcionó.
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